A pasado tanto tiempo desde que no le temo a el nacimiento de una nueva noche, ese margen de superstición en que solo la idea de pensar que era una noche más conmigo a solas, con la misma música de fondo de el ultimo ayer, el mismo plato y su cantidad, la misma desgana de ensuciarlo, la enorme inapetencia de comer solo. Las ventanas y sus luces intermitentes, el silencio devorándome como una bestia con hambres infinitos, las repercusiones de mis pensamientos que solo me dialogan del descuido con el que llevo mi vida.
Noches en que la luna se fue desvistiendo ante mis ojos, lunas claras, medias lunas.
A pasado un tiempo desde la ultima vez en que le temí a la noche y sus coberturas supongo que porque existió un día en que me permitiste ver la noche en tu compañía, comiendo de un solo plato bebiendo de un solo vaso, pero juntos. Tu ligera figura como compañía, tu voz la mejor música de fondo. Ya no le temo a la noche y sus apetitos, porque la noche tiene tu nombre y yo muero por ser tu mejor apetito.
viernes, 23 de julio de 2010
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